Gozo en el servicio


 Muchas personas -incluso cristianos-viven solo para dar una buena impresión a los demás o para complacerse a sí mismas. El egoísmo trae discordia; por lo tanto, Pablo pone énfasis en la unidad espiritual, pidiendo a los filipenses qué se amen unos a otros y que sean uno en espíritu y propósito. Es importante que trabajemos juntos, cuidando de los que tienen problemas como si sus problemas fueran nuestros. Al dar prioridad a los demás, estaremos poniendo en práctica el ejemplo de Cristo y gozaremos de la unidad. No se enfoque tanto en dejar una buena impresión o en satisfacer sus propias necesidades hasta el punto de hacer daño a su relación con otros en la familia de Dios.

El egoísmo puede arruinar a una iglesia, pero la humildad sincera puede edificarla. Ser humilde significa tener una perspectiva realista de nosotros mismos. Esto no significa qué nos menospreciamos. Ante Dios, somos pecadores, salvos solo por la gracia de Dios; pero somos salvos y, por lo tanto, tenemos gran valor en el reino de Dios. Debemos dejar de lado el egoísmo Y tratar a los demás con respeto y cortesía. Si consideramos los intereses de los demás como más importante que los nuestros, esto nos une a Cristo quién es el verdadero ejemplo de humildad.

La gente justifica frecuentemente su egoísmo, orgullo o maldad con el reclamo de sus derechos. Suelen pensar: "puedo hacer trampa en este examen; después de todo, merezco aprobar el curso", o "puedo gastar todo este dinero en lo que quiero; sudé la gota gorda para obtenerlo", o "puedo abortar; tengo derecho de controlar mi propio cuerpo". Pero como creyentes, deberíamos tener una actitud diferente que nos permita poner a un lado nuestros derechos a fin de servir a otros. Si decimos que somos seguidores de Cristo, también debemos decir que queremos vivir como él vivió. En nuestro servicio para Cristo deberíamos desarrollar su actitud de humildad, ya que es probable qué no recibamos reconocimiento por nuestro esfuerzo.¿Se aferra usted a su forma egoísta a sus derechos, o está dispuesto a servir?

Filipos era una ciudad cosmopolita y esto influyó en la composición de la membresía de la iglesia. La congregación reflejaba una gran diversidad de personas con diferentes transfondo y formas de vida. Con tantos transfondo diferente entre sus miembros, debe haber sido difícil mantener la unidad. Aunque no hay evidencia de una división en la iglesia, tenían que proteger la unidad. Pablo nos anima a estar en guardia contra cualquier egoísmo, prejuicio o celo que puede provocar discordia. Sí mostramos un interés sincero en otros, será un paso positivo para mantener la unidad entre los creyentes.

Jesucristo mostró humildad y estuvo dispuesto a renunciar a sus derechos a fin de obedecer a Dios y servir a la gente. Al igual que Cristo, deberíamos tener la actitud de un siervo. Esto es algo que surge del amor por Dios y por los otros, no por temor o culpa. Recuerde, usted puede elegir su actitud. Puede encarar la vida como quién espera ser servido o puede buscar la oportunidad de servir a otros.

La Encarnación fue un acto del preexistente Hijo de Dios, por medio del cual adoptó voluntariamente un cuerpo humano y una naturaleza humana. Sin dejar de ser Dios, nació como un ser humano, Un hombre llamado Jesús. No renuncio a su deidad para hacerse humano, sino que dejó de lado el derecho a su gloria y poder. En sumisión a la voluntad del Padre, Cristo limitó su poder y su conocimiento. Jesús de Nazaret estuvo sujeto a un lugar, un tiempo y a las muchas otras limitaciones humanas. Lo que hizo de su humanidad algo único fue que estaba libre de pecado. En su plena humanidad, Jesús reveló todo lo que puede ser expresado, en términos humanos, del carácter de Dios. 

Los romanos usaban la muerte en la cruz (crucifixión) cómo la manera de aplicar la pena de muerte a los criminales infames. Era terriblemente dolorosa y humillante. Los prisioneros eran clavados o atados a la cruz y abandonados hasta su muerte, un proceso que podía prolongarse por varios días. Por lo general, la muerte venía por sofocación porque el propio peso del cuerpo debilitado hacía cada vez más difícil la respiración. Jesús murió como un maldito (Gálatas 3:13). ¡Cuál asombroso es que el hombre perfecto tuvo que morir en la forma más vergonzosas para que nosotros no tengamos que enfrentar el castigo eterno!

En el juicio final, aunque aquellos que serán condenados reconocerán la autoridad de Jesús y su derecho a gobernar. La gente puede escoger entregar su vida ahora a Jesús como Señor o ser obligados a reconocerlo como Señor cuando regrese. Cristo puede regresar en cualquier momento. ¿Está preparado para encontrarse con él?

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