Haced todo para la gloria de Dios


Algunas veces es difícil saber cuándo debemos limitarnos por causa de los creyentes más débiles en la fe. Pablo nos da un simple punto de referencia para ayudarnos a tomar una decisión: debemos ser sensibles y estar llenos de gracia. El objetivo aquí no es tener una hipersensibilidad generalizada que se preocupa de lo que los demás podrían pensar. Más bien, la meta es estar verdaderamente conscientes de los demás y dispuesto a poner límites en lo que hacemos cuando existe la posibilidad de causar malos entendidos u ofensas. Aunque algunas acciones no son malas en sí, pueden perjudicar a otros. Tenemos Libertad en Cristo, pero no debemos usarla Acosta de herir a un hermano en la fe. No debemos pensar en nosotros mismos solamente; también debemos tomar en cuenta las necesidades y la manera de pensar de los demás. Para entender mejor cuál debe ser nuestra actitud correcta hacia el hermano débil.

Pablo da una solución al dilema: compren lo que se vende en la carnicería sin preguntar sí ha sido ofrecido o no a los ídolos. De todos modos, no importa; pero al no saber, nadie tendrá cargos de conciencia. Cuándo nos preocupamos demasiado por cada cosa que hacemos nos volvemos legalista y no podemos disfrutar de la vida. Todo le pertenece a Dios y él nos ha dado todo para que lo disfrutemos. Si sabemos que algo es un problema entonces podemos ocuparnos del asunto, pero no tenemos por qué buscar problemas.

¿Por qué nos limita la conciencia de otra persona? Porque debemos hacer todas las cosas para la gloria de Dios, incluso comer y beber. Nada que hagamos debe causar que otro creyente tropiece. Hagamos lo que es mejor para los demás. También debemos tener mucho cuidado del significado que puedan tener nuestras acciones con los nuevos creyentes, quiénes aún están tratando de apartarse de sus antiguos caminos pecaminosos para vivir por Cristo. Sin embargo, en nuestra vida no debe existir la característica de hacernos el ofendido. Tampoco debemos imponer nuestros criterios personales sobre los demás. Muchos que han sido creyente por años todavía son demasiado susceptibles o críticos de los demás. En realidad, en lugar de ser hermanos débiles que han sido ofendidos, no son más que "fariseos" ofendido.

Los líderes y maestros cristianos deben enseñar con cuidado acerca de la libertad que tenemos los cristianos en asuntos que no están expresamente prohibidos en las Escrituras. Además, los cristianos nuevos o débiles no deben permanecer en un estado susceptible, sino más bien deben crecer hasta la madurez y el discernimiento; de lo contrario, se convertirán en una carga innecesarias para la libertad de otros cristianos.

Nuestras acciones deben estar motivadas por el amor a Dios para que todo lo que hagamos sea para su gloria. Mantenga esto como un principio recto al preguntarse:"¿Es esto para la gloria de Dios?" O "¿Cómo puedo honrar a Dios por medio de lo que pienso hacer?".

La norma de Pablo para todos sus actos no era hacer lo que más le gustaba, si no lo que era mejor para los demás. La actitud opuesta puede manifestarse en varias maneras: 1) al ser insensible y hacer lo que nos guste sin que nos importe quién resulte herido; 2) al ser demasiado sensible y no hacer nada, por temor a que alguien se ofenda; 3) al decir "SI" a todo, procurando ganar la aprobación de la gente antes que la de Dios. En esta época de "primero yo"la sorprendente declaración de Pablo es una buena norma. Sí hacer el bien a otro es una de nuestras prioridades, entonces desarrollaremos una actitud servicial que agrada a Dios.

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