Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo.
Está "grande nube de testigos"está compuesta por las personas descritas en el capítulo 11. Su fidelidad es un aliento constante para nosotros. No luchamos solos ni somos los primeros en luchar contra los problemas que enfrentamos. Otros también han corrido esta carrera y han ganado. Su testimonio nos impulsa a correr y a ganar.¡Qué legado tan inspirador tenemos!
Los corredores de larga distancia trabajan para aumentar su resistencia y fuerza. En el día de la carrera se presentan con cuerpos esbeltos y ropa liviana. Para correr la carrera que Dios ha puesto delante de nosotros, también debemos deshacernos de todo peso que nos impida correr.¿Cómo podemos hacer eso? 1) elegir amistades que también estén comprometidas con la carrera. Las malas amistades tendrán valores y actividades que lo desviarán de la pista. Mucho del "peso"qué carga una persona puede ser el resultado de la mala influencia de las personas con la que se junta. Tomé decisiones sabias al respecto. 2) abandonar ciertas actividades que en este momento pudieran estar provocando que lleve más "peso"de lo qué es conveniente. Abandonélas por un tiempo y luego evalúe los resultados en su vida. 3) obtener ayuda para las adicciones que lo hacen tropezar. Si tiene un "peso"secreto, cómo la pornografía, el juego o el alcohol, reconozca su necesidad y busque ayuda.
La vida cristiana demanda trabajo arduo. Requiere que abandonemos todo lo que pone en peligro nuestra relación con Dios, que corramos con perseverancia y que luchemos contra el pecado con El poder del Espíritu Santo. Para vivir con eficacia, debemos fijar nuestra mirada en Jesús. Sí quitamos la mirada de él para mirarnos a nosotros mismos o si nos fijamos en las circunstancias que nos rodean, tropezaremos. Deberíamos correr para Cristo, no para nosotros mismos, y siempre debemos fijar nuestra mirada en él.
Cuándo enfrentamos dificultades y desalientos, es muy fácil que perdamos de vista la visión más amplia. Pero no estamos solos en esto; hay ayuda disponible. Muchos han logrado resistir hasta el final de su vida, aunque tuvieron que soportar circunstancia mucho más difíciles de las que hemos sufrido nosotros. El sufrimiento es el campo de entrenamiento para alcanzar la madurez cristiana; desarrolla nuestra paciencia y hace que nuestra Victoria final sea dulce.
Estos lectores enfrentaban tiempos difíciles de persecución, pero hasta ese momento ninguno de ellos había muerto por su fe. Ya que aún estaban vivos, el escritor los exhorto a seguir corriendo la carrera. Así como Cristo no se dio por vencido, tampoco ellos deberían darse por vencidos.
¿Quién ama más a su hijo, el padre que le permite hacer lo que le causa daño, o el que corrige, disciplina y castiga para ayudarlo a aprender lo que es correcto? Nunca es agradable ser corregido y disciplinado por Dios, pero su disciplina es una muestra de lo profundo qué es su amor por nosotros. Cuando Dios lo corrija, tómelo como una prueba de su amor y pídele que lo ayude a captar lo que está tratando de enseñarle.
Podemos responder a la disciplina de diversas formas: 1) aceptarla como resignación; 2) aceptarla como autocompasión, pensando que en realidad no la merecemos; 3) resistirnos y enojarnos con Dios; o 4) aceptarla con gratitud, cómo la respuesta apropiada que le debemos a un Padre amoroso.
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